martes, 21 de enero de 2014

Nueva camada del Afijo del Nevalo

Para mediados de marzo , está previsto que nazca nuestra camada " U "

Comentario:

En esta camada, buscamos perros muy cazadores y equilibrados, además de perros muy bellos morfologicamente, pera ello, hemos cubierto al semental Yaqui del Névalo (Enzo), perro de sangre alemana, con un carácter extraordinario, exquisita nariz, excelente muestra y patrón, y cobro de lujo, con Olga de Fte. Palmera, de sangre Italianofrancesa, perra muy equilibrada, con gran pasión, cobro, muestra y patrón.

Yaqui del Névalo ver pedigree
Olga de Fte. Palmera ver pedigree 

viernes, 25 de enero de 2013

Perros de caza y las responsabilidades del cazador


Todo cazador responsable de debe cumplir con el reglamento referente a las licencias, vacunas e identificación con placa y collar. El cazador debe controlar sus perros en el campo.

El dueño de un perro debe ponerlo en buena condición física antes de la temporada, llevándolo a correr, practicando el entrenamiento y proporcionándole buena alimentación y descanso.

Algunas personas creen que se debería mantener los perros fuera de la casa para que su pelo se adapte a los cambios de temperatura. Si usted hace esto, debe proporcionar al perro una casita limpia, térmica y con buena cama. La perrera debe contar con suficiente espacio para ejercicio y tanta agua fresca como necesite.

Los perros de caza necesitan descansar. No pueden cazar día tras día sin descanso. Se deben cuidar las patas del perro de manera apropiada. Las garras gastadas y rotas son dolorosas y pueden ocasionar infecciones.

Todo perro de caza debe tener las vacunas y medicamentos contra la rabia, el moquillo y los parásitos. El cepillar al perro le beneficio, pues le quita la tierra, cadillos, espinas, semillas y mechones de pelo muerto.

La transportación de los perros en un vehículo debe hacerse en jaulas individuales, confortables, limpias y secas.

El cazar con perros puede hacer más divertido el deporte. Evite conflictos con otras personas que están utilizando otras formas de cacería. Por ejemplo no se debería correr perros para acosar osos o mapaches cuando se encuentran en la misma área cazadores de venados o de aves corredoras.

El cazador responsable tendrá sumo cuidado al disparar sobre los perros. No se debe hacer un tiro que pueda herir o pasar muy cerca del perro. Si el tiro no es seguro, no lo haga. Busque una zona de tiro segura para usted y para sus perros.

martes, 22 de enero de 2013

Día de Caza en la finca El Hato

Buen día de caza con mi amigo Javi,
en la finca El Hato en Belalcazar. Los perros se portaron espectacular a las perdices y liebres.

miércoles, 29 de agosto de 2012

Cómo cambian las cosas


Cómo cambian las cosas


En el sector de la caza, no hace mucho, el campo era libre para la actividad
 cinegética, salvo fincas particulares que estaban acotadas, como los cotos
sociales y algún espacio protegido o, como se decía, reserva de caza.
Cesáreo Martín | 28/08/2012

Ahora, al menor problema se forma un gabinete de crisis para hablar y calentar el ambiente, que no solucionar. Hagamos un repaso:
1 Se empezaron a crear los cotos de caza, locales, privados etc. Se obliga a realizar planes cinegéticos que cuestan un dinero, en caza mayor aparecen los precintos, más tarde el armario armero y el guarda privado de caza. Todo para encarecer la caza. Con el ladrillo surgen empresas cinegéticas y taxidermistas como bares, uno en cada esquina. Y ¿ahora qué? No cubren los puestos, pero tampoco se unen.
2 Se crearon cotos sociales por el extinto ICONA —Pepe Lara para más dato—, que eran un respiro para la clase media baja, con poco precio tenías piezas de caza, sobre todo menores, donde te pasabas un buen día con tu perro en compañía de la cuadrilla.
3 Nacen los cotos intensivos en sustitución de los cotos sociales, a un precio en ocasiones fuera del alcance del bolsillo medio, sobre todo si quieres ir a llevar la nueva generación de perros que necesitan mucho entrenamiento y fondo.
4 Surge la fiebre por los perros, ahora todos tienen que tener pedigrí, hasta los de rehala, y ser de raza, no sirven los garabitos o cruzados. ¿A qué precio? Surgen criadores no se sabe de dónde y se dan a conocer a través de las mil ferias de caza que se hacen en las diferentes poblaciones.
5 Hablando de ferias… ¿sabéis que FICAAR y VENATORIA se han unido? Han formado una nueva: 'Cinegética'. La crisis tiene mucho de malo pero también algo de bueno, ésto por ejemplo. ¿Por qué dos ferias en Madrid en la misma fecha? Pues ahora solo hay una a partir de 2013. Todavía recuerdo un debate en CAZAVISION, la tele del cazador, con los dos gerentes de ferias, donde salieron de uñas y hasta uno se enfadó con el moderador (un servidor) ante ese planteamiento UNA x DOS. Ahora se han casado. «Felicidades», que dure por décadas.
6 Hoy está mal visto ir a cazar con una escopeta vieja y paralela, te dicen que eso es un hierro, hay que llevar el último grito con doble cargador y de munición la que sea, pero que se le pueda echar la culpa cuando se falla la pieza. A la caza mayor ya no puedes ir con escopeta, hay que llevar un rifle de marca y munición extranjera, la ropa ya no es la usada y vieja, debe ser nueva y de marca. La tecnología aplicada a la óptica. Miles de millones de euros mueve la caza. La crisis sí que ha puesto en peligro al sector armero en España pero… ¿a quién le importa? ¿Lo van a subvencionar para mantener el mercado? Al otro lado de la moneda, los forestales pueden tener vehículos BMW 4x4 para dar paseos, que no para colaborar, no sirve el Land Rover de toda la vida, hora han nacido cientos de nuevos modelos. ¿Y el Seprona? Sólo le falta que no tenga combustible para mover sus vehículos.
7 El corzo es una especie fantasma que ha surgido a lo largo de toda la piel de toro como una joya, y digo joya por el precio que se paga por uno, con o sin precinto. Espero que la crisis vuelva a poner la gestión de la caza en su situación natural y sobre todo la mayor, que está en el punto de mira de la economía.
8 ¿Que más tiene que pagar el cazador? Pues… TODO lo que se les ocurra a los lumbreras, daños a los agricultores, que les ha gustado el caramelo de las subvenciones sin exigir poner medios de protección, porque es mejor pedir que invertir.
9 ¿Pagar? El accidente del que no tiene reparos en la velocidad con su buen coche o el que se va de copas y con el coche o moto se estrella con un infeliz árbol que se movió a destiempo para cruzar la carretera, o el atropello de un jabalí enorme, grande como un molino de viento que diría El Quijote, y que como salió de la derecha se busca al titular del coto y se le pasa la factura, sin haber visto ni los daños, ni el lugar del siniestro, ni nada. El Juez le pasa la factura y se queda tan feliz.
10 En la media veda te cobran la tarjeta antes de saber si se podrá cazar, cuándo, con o sin cupo, con paja o sin paja, si hay o no hay, etc. Luego, como es dinero sin contrato, no puedes reclamar.
11 Tiradas de palomas… que se pida a día de hoy cerca de 2.000,00 euros por un puesto y día, resulta escandaloso. ¿Venderán los puestos previstos? Porque alguno siempre hay que se lanza al vacío, pero… hoy creo que pocos.
12 No quiero entrar en la licencia única de caza, pero no puedo evitarlo a raíz de la noticia de que el MAGRAMA va a poner en marcha la licencia única. NO ES VERDAD. Va a proponer un documento único donde puedas pagar la CCAA que quieras, te ponen un sello de esa Comunidad en un solo documento, eso es una verdad a medias, se queda en el titular. Licencia única es efectuar un solo pago y que sirva para todo el territorio Español y ese no es el proyecto, luego NO ES VERDAD.
12+1 Los incendios, el culpable de encender el mechero, que no el cigarro, si le pillan se va de rositas. Se crea un presupuesto de ayudas para reparar los daños: árboles e infraestructuras y… ¿la fauna silvestre?
Cinco años sin cazar. ¿Quién paga el coto? El cazador.
¿Quién repuebla? El cazador, y aquí hay que preguntar: ¿no es obligado pasar los daños a quien los produce? Pero claro, depende de quién, cómo, cuándo, dónde…
El cazador debe pagar todo, hasta las gastos de los políticos.

Conclusión: ¿por qué no dejamos de cazar un año?
  • A ver qué hacen los ecologetas y los políticos que tanto se les llena la boca de «no a la caza». Cuando las sobrepoblaciones produzcan enfermedades y se multipliquen los daños, ¿quién las controla?
  • A ver qué hacen las administraciones sin vender licencias, tasas y tener que pagar daños y accidentes y que cacen sus guardas sin permiso de armas ni licencia de caza.
  • A ver qué hacen los pueblos y las ciudades, casas rurales, establecimientos armeros, restauración, automoción etc… toda esa economía que mueve la caza.
  • A ver qué hacen los agricultores, en su mayoría cazadores. ¿A quién van a reclamar los daños de la fauna salvaje?
  • A ver qué hacen los ganaderos cuando el lobo, que dicen los ecologetas que es vegetariano, les maten su rebaño.
No estamos en una crisis, tenemos doce más una crisis, tantas como meses tiene el año, con propina y doblamos si entramos en pequeños detalles.
Y el que se sienta libre de culpa, que tire la primera piedra.

by Club-Caza

martes, 29 de mayo de 2012

10 reglas sencillas para educar a un perro joven


stas son reglas tan elementales, que la mayoría de las veces nos olvidamos de ellas y creemos que nuestro perro aprenderá más deprisa cuanto más fuerte le gritamos.
1.- La educación debe ser una experiencia agradable. Si no estás de buen humor, ni siquiera lo intentes. Realiza sesiones cortas, del orden de 5 a 10 minutos, para mantener la motivación del animal. Si el perro no responde correctamente a un comando después de varios intentos, detén unos segundos la educación y reemprende el entrenamiento con un comando diferente, pero más sencillo. Más tarde regresa a la tarea más compleja. Termina siempre la clase con una nota positiva, por ejemplo, pide al perro que responda a una orden que sabes que va a obedecer. A continuación, le recompensas por el trabajo bien hecho y emites un comando que marque el final de la sesión de entrenamiento, como “libre”. Tras una sesión de entrenamiento el propietario y el perro deben tener una sensación de logro alcanzado.
2.- Todos los perros deben estar familiarizados con los comandos básicos de obediencia (acudir a la llamada, sentarse, permanecer quieto sin correa). Ten en consideración que la motivación de un perro a responder a una orden disminuye a medida que se incrementa la complejidad de la tarea. Las posibilidades de éxito dependerán no solo del grado de dificultad de la tarea, sino también de la motivación del animal. Ponte en el lugar de tu perro, cuando le llamas, ¿qué es más gratificante, correr tras el olor de una pieza en el campo o regresar a tu lado? Si comprendes este mecanismo, aumentará tu paciencia y tus posibilidades de éxito.
3.- En la educación nunca habrá gritos, golpes, sacudidas de correa o sanciones similares. Cada sesión debe ser optimista y positiva, con recompensas por el trabajo bien hecho. Ten en cuenta que lo contrario de la recompensa no es el castigo, sino la ausencia de recompensa. Ignora la respuesta inaceptable, no recompenses a tu perro por una respuesta incorrecta, la mayoría de los perros quieren complacer a su propietario, al menos, para obtener aquello a lo que dan gran valor, como alimento y atención.
4.- Asegúrate de que la motivación por obtener una recompensa es muy fuerte durante las sesiones de entrenamiento. Si la recompensa es comida, entrena con el perro en ayunas, no después de darle de comer. Para tareas que exijan la inmovilidad, como permanecer echado o quieto, el perro se sentirá más motivado si ha realizado previo a la sesión de entrenamiento un ejercicio moderado. Pedirle a un perro lleno de energía y nervio que se mantenga en posición de descanso prolongado es avocarse al fracaso.
5.- Cerciórate de que la recompensa que ofreces es la más poderosa y atractiva. Generalmente se utiliza la comida como motivación, deben emplearse los alimentos más codiciados por cada perro, como pequeños trozos de salchicha o de queso. Lo primordial es que el perro esté fuertemente motivado a obedecer órdenes para recibir a cambio su premio. El premio alimenticio será siempre muy pequeño, no más grande que el tamaño de la uña. Su textura será tal que no requiera ser masticada ni se desmigaje, en caso contrario perderás la atención de tu perro entretenido mascando o buscando las migajas.
6.- El momento en que entregas la recompensa es muy importante. Después de una respuesta correcta, recompensa a tu perro antes de un segundo y medio después del cumplimiento del comando, para asegurarte de que el perro hace la conexión correcta entre su comportamiento y el premio.
7.- Utiliza comandos cortos y da la orden una sola vez. No repitas el comando. Los perros pueden recordar un comando unos dos minutos antes de que la idea se les olvide. Las palabras más cortas son siempre mejores que las largas. El único comando que puede tener tres sonidos asociados es el de llamada. En este caso primero tienes que atraer la atención del perro diciendo su nombre, “Trueno”, luego el verdadero comando “ven”, y a continuación algo similar a “buen muchacho” antes de que el perro venga, de modo que sepa que no tiene un problema ni estás disgustado.
8.- Una vez que el perro realiza correctamente un comando un número de veces superior al 85 por ciento, puedes pasar a la siguiente etapa. Durante el proceso de aprendizaje debes ser cada vez más exigente, de modo que su respuesta sea más rápida. Puede demorarse inicialmente unos 3 segundos, después 2 y finalmente ser inmediata. También debes ser más riguroso en el cumplimiento, por ejemplo, con el “sentado”, las primeras veces puedes consentir que el perro simplemente toque el suelo con el trasero para darle el premio, pero progresivamente debes retener la recompensa hasta que el perro esté sentado correctamente.
9.- Varía las órdenes durante una sesión de entrenamiento y mantén sesiones cortas y frecuentes. Los perros aprenden mejor en sesiones regulares, cortas y frecuentes, que en las largas e intensas. Una vez que el perro ha aprendido varias órdenes, recibiendo un premio tras cada una de ellas, es llegado el momento de introducir intermitencias en la entrega de la recompensa. Inicialmente puede ser recompensado dos veces de cada tres, e ir disminuyendo hasta que la recompensa solo se le entregue de vez en cuando. Es el modo de evitar que el perro solo quiera trabajar a cambio de comida. Recuerda, sin embargo, que siempre es importante elogiar al perro inmediatamente después de un comando realizado bien.
10.-  Una vez que las órdenes son cumplidas correctamente en una zona tranquila, se empezará a trabajar en un ambiente con distracciones, de modo que se consiga que el perro esté atento y no se disperse su atención. Es importante lograr que cumpla las órdenes aún cuando estén ocurriendo a su alrededor las cosas más sugerentes. Es algo que se puede conseguir, pero que exige un montón de trabajo y tiempo. En la educación tan importante como la técnica es la paciencia.


miércoles, 28 de marzo de 2012

"Paja Mojada"

Antonio Díaz de los Reyes es cazador, escritor y editor y ha escrito un texto genial en el que pone los puntos sobre las íes a los ecologistas. El texto, que reproducimos a continuación, se titula "Paja Mojada". Pasen, lean y disfruten.



Estoy verdaderamente cansado de tener que pedir perdón sin motivo y sin sentir remordimiento alguno. Estoy harto de justificar una postura, mi postura, cuando tengo la conciencia tranquila y nada que acreditar. Estoy aburrido de oír siempre la misma cantinela. ¡Basta ya, se acabó! ahora os va a tocar a vosotros oírme.
Hasta hoy he tratado de contemporizar, razonar y dialogar con vosotros…. ¿Y he conseguido algo? No, rotundamente no ¿Sabéis por qué? Pues sencillamente por que mis razonamientos, explicaciones, alegatos y toda mi buena disposición no se ha interpretado como señal de respeto y compasiva práctica para marchar unidos, se ha interpretado como debilidad, como cobardía. Habéis pensado o creído es tonto en lugar de decir es prudente. 
Pues bien, tonto o prudente ahora me da igual, ahora voy a deciros lo que pienso de vuestro colectivo aunque a algunos os chirríen los oídos. Ahora voy a exponeros, indocumentados ecologistas de salón, la realidad de cómo están las cosas. Voy a explicaros quien conserva la naturaleza, protege a las especies, paga los gastos y gestiona con solvencia el medio ambiente. Os mostraré quien se afana en que nuestros nietos, y los suyos también señor ecologista, encuentren casi intacta esa naturaleza, que parece no poder vivir sin vuestra defensa, pero que si fuera por vosotros, moriría desangrada. Esos que se preocupan son los cazadores, y hasta tal punto lo hacen que si no existieran, habría que inventarlos. 
No quiero convenceros de nada ya que vuestra mediocridad intelectual y fanatismo moral os impide cualquier acercamiento a ningún pensamiento o concepto que no sea el que con ofuscado delirio defendéis. Lo que quiero deciros ahora es lo que por educación he silenciado antes. Lo que deseo aclararos es que no siempre el que calla otorga. Lo que pretendo explicaros es que he sido prudente y no tonto. Lo que ambiciono expresaros es que sois unos mamarrachos que hasta hace pocos años creíais que el campo era para los lobos y ahora os erigís en sus salvadores.
Hace años, el hijo de uno de los visitantes al Coto de Doñana, cuyo grupo tuve que acompañar durante un día, le preguntó a su padre en mi presencia si era verdad que los venados cambiaban la cuerna cada año y dejaban la antigua tirada en el campo, como le había explicado uno de los guardas. El padre, hoy reconocido ecologista o sea ilustre camarada de usted, le contestó algo así: Hijo, te han engañado, ¿no te das cuenta que si eso fuera verdad no se podría salir al campo de cómo estaría esto de “cuernos”? ¿Lo recuerdas Javier? Espero por tu bien que tu hijo lo haya olvidado. 
Existen muchas diferencias entre ustedes y yo y lo que representamos cada uno, pero la principal de todas estriba en que su grupo defiende la naturaleza y el mío siente amor por ella. Como dice Juan Luis Oliva de Suelves, los amantes estuvimos ahí desde siempre y los defensores habéis aparecido en los últimos años. Vosotros no le tenéis afecto sino temor a que se deteriore y ante vuestra manifiesta incapacidad de solventar ese problema, primordial en vuestra vacía existencia, arremetéis contra el cazador con vuestra radical y audaz ignorancia. Tampoco confío en veros arrepentidos pues como dijo Marco Aurelio, el arrepentimiento es una especie de reproche a si mismo y vosotros no tenéis agallas para reconocerlo. 
Vuestra milicia es como la paja mojada. No arde bien pero produce mucho humo negro. El tiempo os pondrá en vuestro ridículo lugar -y lo sabéis- pues vuestros argumentos se caen por su propio peso. Pero mientras eso ocurra, lamentablemente la humareda seguirá provocando mucha confusión.
Siempre os he tomado por imposibles, pero últimamente veo maldad en muchas de vuestras actuaciones. Bien es verdad, ya lo advirtió Pérez-Reverte, que un prepotente a base de dedicación y ejercicio, puede convertirse en el peor de los malvados precisamente por eso, por prepotente o por imbécil. Emulando al coro de brujas de Dido y Eneas, podéis gritar bien alto El daño es nuestro deleite y el mal nuestra habilidad.
Soy cazador, sin excusas, sin justificaciones, sin pedir perdón por serlo. Lo hago por que me gusta, por que lo considero necesario y además pago por ello. ¿Paga usted señor ecologista algo más que el recibo mensual de la absurda organización defensora de la naturaleza a la que pertenece? Mientras lo piensa, le voy a contar algo: Hace 40 años en un viaje de 10 días a la Meseta del Pamir, como mucho y con mucha fortuna, se veían dos o tres argalis de Marco Polo. La suerte parecía echada y las cartas le venían mal dadas a esos pobres ungulados. Pero empezó el enorme interés cinegético por esos grandes carneros y empezaron a llegar cazadores y con ellos sus dólares. Comenzó a gestionarse la caza y…… ¡milagro! Hoy ver grupos de 10 ó 20 ejemplares desde el primer día de caza es asunto bastante normal. 
Señor ecologista, no creo que sea muy difícil, incluso para usted, averiguar quien y por qué se han salvado los Marco Polo. ¿Sabe usted por qué? ¿Por el dinero que usted aporta? Pues ¡No! ¿Por su verborrea incontenida? Pues ¡Tampoco! ¿Por su decidida y valiente postura seudo-progresista? ¡Frío, frío…..! Le voy a ayudar. Se ve esa cantidad de carneros -le refresco la memoria, hace apenas 40 años casi extinguidos- por el dinero y la gestión de los cazadores. Por el abultado montón de dólares que el cazador paga por abatir un ejemplar de los escasos permisos que se conceden al año. Moléstese un poco, haga algo y entérese del número de permisos anuales, luego multiplique, -si es que aún lo recuerda - por el número de dólares que vale la licencia y rectifique con la calculadora cuando se sorprenda con el resultado.
Con ese dinero se protege, se guarda, se cuida y se conserva garantizando el futuro de la especie y su ecosistema para que nuestros nietos -le repito que los de usted también- puedan conocer ese entorno por el que su camarilla, desde sus casas, están tan preocupados. La realidad es así y lo demás son gaitas.
¿Quiere cambiar de continente? Vámonos a África que a lo mejor le interesa saber algo sobre la salud del leopardo africano. Pues mire, enfático defensor de las pieles manchadas, el leopardo goza de buena salud, espléndida, diría yo. Dudo que le agrade la noticia, pues esta situación, por verdadera y comprobable, seguro que destroza su discurso. De verdad que lamento su disgusto, pero no tenía más remedio que instruirlo. Y créame, estoy capacitado para ello, pues mientras usted, señor protector a ultranza, ve por vigésima vez su colección de cintas de video de National Geographic, yo in situ, puedo dar fe de lo que estoy diciendo -a pesar de sus orquestadas y ruidosas campañas en amparo de estos felinos y de sus gritos de ejército de salvación- y los he visto criando hasta en los alrededores de los basureros de los poblados indígenas, y a plena luz del día. Incluso estando permitida su caza.
Compruebe lo que le digo y si después de evidenciarlo sigue con su subjetiva y desinformada perorata como si de un dogma religioso se tratara, sería muy recomendable su pronta visita a un psiquiatra. 
Hace más de cuarenta años Álvaro Silva, Antonio Camoyán, Javier Torres y yo hacíamos fotografías, miles de fotografías en el Coto de Doñana y que según Tono Valverde sirvieron para dar a conocer al mundo las desconocidas imágenes del futuro Parque. Dos años después publicamos el primer libro de Doñana enteramente español con destino a siete países y traducido a cuatro idiomas para que en el extranjero se pudieran conocer estas maravillas y contar con el importante apoyo económico del exterior.
Le cuento esto, indigno urbanita y anónimo ecologista, para que se entere que yo aporté mi grano de arena, más bien un gran pedrusco y que también soy naturalista -lo prefiero a ecologista, es más juicioso- del bando que usted considera exclusivamente suyo. Por lo tanto tengo un motivo más para tener derecho a hablar con fundamento pues como puede ver, antes que ladrón fui fraile. ¿O se dice al revés?
Y usted, ¿se ha gastado algún euro en mostrar algo sobre el Pirineo, Picos de Europa, Montes de Toledo o Serranía de Ronda para acercar esos maravillosos lugares a las gentes que les coge a trasmano? ¿Les ha proyectado fotografías o películas de estos parajes a quien lo desconoce? Debería hacerlo. En serio, debería hacerlo y de paso decirles también y sin sonrojo ni sofoco, que un tanto por ciento muy importante del mantenimiento de esas zonas privilegiadas se consigue con la aportación del mundo de la caza. 
¿Que participación habéis tenido en repoblar de cervuno enormes y malas dehesas andaluzas y extremeñas, convirtiéndolas en verdaderos paraísos a pesar de vuestras odiadas mallas cinegéticas? ¿Quien si no los cazadores fueron los que consiguieron que Doñana llegara intacta hasta nuestros días para disfrute de todos incluso de vosotros utópicos e incoherentes individuos? ¿Quien invierte en conservar la fauna, cinegética o no, más dinero que el Safari Club International salvaguardando espacios naturales y haciendo una política de protección efectiva sin manifestaciones y alharacas?
Me temo que no me entiende y creo que no merece la pena perder el tiempo en discutir con usted ni siquiera para sacarle de su error. Es como hablar de las vidrieras de una iglesia. Para quien está dentro, los vitrales parecen arder con el sol. Pero quien se encuentra fuera, solo ve un gris monótono y polvoriento. Aunque los dos nos describiéramos lo que estamos viendo, incluso a gritos, nunca llegaríamos a entendernos.
Mi padre me enseñó a no pronunciarme sobre los asuntos que desconocía. Si en España solo se pudiera hablar de lo que se sabe, -ya lo dijo Azaña- el silencio sería clamoroso.
¡Hasta nunca, majaderos!"
Estos son los artículos a los que replica Antonio Díaz de los Reyes en su escrito:

20 minutos: 
http://blogs.20minutos.es/cronicaverde/2012/03/06/los-cazadores-disparan-a-la-dignidad-de-la-mujer/  
Ecologistas en Acción a través de una noticia aparecida en Agrestecaza: http://www.agrestecaza.com/ver_noticia.asp?id=3331

lunes, 26 de marzo de 2012

¡Pájarooooooooo...!

Ninguna palabra, ninguna otra voz en el campo tiene el peso, la relevancia, la capacidad de enervar al cazador a guerra galana y ponerle un extrasístole por sombrero en décimas de segundo. Decir ¡¡pájaro!!, pegar una voz con esta simple y a primera vista tonta palabra en mitad de una viña, en la cresta de una cañada o en pleno laderón de la sierra es síntoma de que la patirroja volada o ya revolada desde lejos, puede entrar a otro cazador, que mire usted por donde podemos ser nosotros mismos. Y gusta que te avisen, por eso es importante también que avisemos.

Vale gritar aquello otro de “!ahí va la perdiz!”, o “!para ti, para ti…¡”, incluso admito que alguna que otra frase como “¡por encima, el del perro blanco, la perdiz, por encimaaaaa…!” ayuda y mucho para que mires hacia arriba, busques el punto o tal vez ya la pelota de la perdiz que entra o cruza como un rayo, e intentas hacerte con ella con un disparo decidido, apostando a grandes, buscando un medio tiro al hueco y un buen swing y que Dios reparta suerte, que de sopetón y a esa velocidad la mayoría nos dejan atontados después de descargar sin fortuna alguna sobre la rauda del pico rojo y fuerza descomunal en su vuelo.

Los que llevamos en esto unos añitos conocimos otros tiempos en los que incluso en los terrenos libres se daban a veces estos momentos, había perdices y había mucho cazador en el campo, y a pocos les pasaba por la cabeza aquello de que una vez pasada su oportunidad, no pudiese probar fortuna otro cazador, allí abajo en la ladera, o embutido en mitad del olivar, con el pájaro bajando a reacción y pasándole, con un poco de suerte, a tiro. Y le avisaba. Me parece que incluso había poca avaricia entonces en el campo, hombre, para que se la lleve otro prefiero llevármela yo, pero si ya lo he intentado, que pruebe él…

Y si me remonto tan solo (¡tan solo!) veintitantas temporadas recuerdo nítidamente cómo había ocasiones en las que en un olivar o en una cañada amplia, se escuchaban seguidas varias perdices avisadas, escuchar ¡pájaro! por aquí, y a la par ¡pájaro, pájaro! más arriba, y mientras se escuchaba algún disparo otro ¡pájaroooo! era tremendo, descolgarse varias y pasar por encima, escalonadamente, de varias escopetas en su recorrido provocaba escenas inolvidables.

Decir pájaro en el campo no es lo mismo que entreabrir la boca y soltar un cucú, algo que muchos han aprendido a fuerza de ver vídeos de ojeos o porque en alguna ocasión ha asistido a alguno; en el ojeo se estila decir cucúen algunas zonas, pero me reafirmo que allí donde el cazador sigue apostando por los valores camperos y castizos (en muchas fincas sureñas que todavía tienen perdiz-perdiz por ejemplo), el pájaro que se avisa al vecino de puesto se vocaliza con un templado pájaro, que cucar, o cuquear en los ojeos era otra cosa, entre otras, cortarle los pájaros al vecino que parecía no darle a ninguno ni aún tirando con un trabuco. Vale pues cucú, pero no es lo mismo, pájaro es otra cosa.

Cuando no era el pájaro a reacción el que te cruzaba, sino el bando entero, entonces amigo mío, la cuestión era a veces como de temer el momento de sacudir los dos o los tres disparos (antes hasta los cinco alguno que otro) pues el cazador habitualmente poco acostumbrado a tirar a pájaros ojeados cuando lo que hace habitualmente es tirarlos de rabo, sesgados, incluso alguno en vertical, se pone nervioso y no atina, es como cuando te viene uno de pico, no sabes si aguantar más o tirar ya, y acabas tirando en el peor momento posible.

A mi estos pájaros revolados y más cuando me los avisan, me encantan; disfruto mucho más viéndolo llegar que sinceramente, si acabo con él en el suelo, algo que a veces logro: esa fuerza, cómo se la juega y sobre todo cómo repunta o finta cuando te mueves a conciencia para que te vea y pegue el giro o frene -momento oportunísimo para tirarle con garantías-, un pájaro revolado, y bien avisado, vale su peso en oro, y si no le acertamos casi mejor, buen motivo para repetir nosotros aquello de “¡pájaro….!” por si finalmente le pasa a tiro a aquel cazador que vemos a lo lejos.

Avisar estar perdices es un acto de oficio venatorio, no me cabe la menor duda; cuando en el campo estamos todos por igual y cada cual va intentando arrimar caza a su percha no veo nada ilícito ni siquiera reprochable para no avisar de esa perdiz que nos sale larga o nos cruza sin opciones de tiro, y se encamina derechita a otro cazador, después de todo esto no es un deporte, aquí quien compita cada domingo es que no se entera, si esto es una hermandad, bien vale esa voz alertando al de al lado, digo yo.

Ante la voz, cada uno reacciona como cree mejor; los hay que se pegan al suelo como una lapa y así incluso disparan. Otros recurren a las cuclillas para aguantar así, encorvadetes, y rezar para que la perdiz no los vea en esa postura un tanto molesta y que luego dificulta el propio disparo. A mi a veces me da por esperarla quieto, derecho, como retando, aquí estoy, si te apetece entra y si me ves y te escoras, tan amigos…

Mi amigo Manolo Sánchez se las pinta solo para avisarnos las perdices o para guiarnos por dónde entrarles si es que se van escorando de la mano y nosotros, meros aprendices a su vera, ni nos damos cuenta; él emplea una voz para todo, ahora con la intención y el tono ya te dice si es que te viene encima o la llevas a peón cien metros por delante, Manolo grita un “¡Uh!” y ya te puedes preparar. Si la voz incluye varias vocales repetidas es que van muchas delante (“¡uuuuuh!”), y si es que están entrando revoladas y largas pero a nuestra plaza, entonces hay varios avisos seguidos mientras él se agacha y se pone ya a corretear, ahí dos o tres uh lo dicen todo, que te vayas preparando y calando bien la gorra…

Eso sí, como se te estén escurriendo por delante y no te cosques de ello no se corta, y al tercer uh de turno ya te pega el repaso “¡pero corre, hostias, corre, que se te están saliendo a la derecha, al río…!”. Y cualquiera es el guapo que no se pega la carrera.

Avisar la caza es todo un ejemplo de cortesía y fraternidad venatoria, un acto de coalición con un compañero a menudo desconocido, y todo un detalle, tanto es así que si el cazador avisado le corta el vuelo a la perdiz, uno siente como si en el fondo la hubiésemos abatido nosotros, al menos, al alimón.

No dejan de ser costumbres antiguas -me resisto a decir que viejas, aunque van camino de serlo pues en el campo quedamos ya cuatro despistados perdiceros cuarentones, tres cincuentones, dos sesentones, y poco más- y que te enervan la sangre, te meten de golpe en situación y te ponen la prueba por delante con los mismos efectos que el panal al oso: ya saboreas el lance, la ves llegar, la sigues con la punta de los cañones, encaras, disparas a buena distancia y por delante, y como la veas arrugarse en el aire, ¡Dios!, que sensación, esa bien ha merecido todas las horas pateando barbechos polvorientos y cerros desamparados, una buena perdiz revolada a veces vale lo que media docena pisadas a las dos de la tarde…

Qué quieren que les diga, con el campo cada vez menos frecuentado de cazadores y de caza, a uno a veces la nostalgia le puede y hay momentos en que me paro en el pico de un olivar y me digo “mira que buen sitio para escuchar pájaro…”. Y no me aburro ni me desespero, mucho menos desisto, de vez en cuando uno pone en práctica esa voz y otras veces, pocas, mis oídos la escuchan de otros, y entonces, sacude mi cuerpo ese fustazo de arriba hacia abajo mientras veo entrar la patirroja rasa sobre los olivos.


jueves, 19 de enero de 2012

FUGAS DURANTE LA CAZA

La inmensa mayoría de los perros que se fugan en la península Ibérica son perros de caza. Lo hacen para cazar más allá de donde le apetecería al dueño; para liberarse del freno de buscar a fondo en un pequeño terreno y buscar despreocupadamente en grandes espacios. Se escapan para dar rienda suelta a su afición, cazando descontroladamente, sin la presencia del cazador.

Otras veces el animal no tiene intención de fugarse, pero cuando está trabajando correctamente, se ve sorprendido por el salto de un animal prohibido y sale disparado tras él. O se ve vencido por la tentación de un rastro prohibido.

Muchos cazadores de pluma desean perros especializados en aves, que no se fijen en conejos y liebres. Dicen que los rastros de los animales de pelo les bajan la nariz y les acorta el radio de búsqueda olfativa.

El objetivo no es nada fácil. Y es normal ver sucumbir a la tentación de las liebres a grandes campeones adiestrados y conducidos por grandes adiestradores.

Cuando la liebre se ve sorprendida por un perro que busca aves, inicia una carrera que supone una tentación difícil de superar para el pobre perro. Durante la carrera, en un buen cazadero, es fácil que coincidan con otras liebres. El buen perro tiende a seguir a la última liebre, a la que corre con mayor rapidez porque está más fresca. En esta desigual carrera, las liebres con sus relevos pueden alejar al perro literalmente varios pueblos. Se dice que los perros pueden llegar a morir como consecuencia de un fallo cardíaco. Pero lo que sí ocurre es que el perro termina agotado y totalmente desorientado. Enfrascado en la persecución no ha recogido referencias y no sabe volver hasta el dueño.

Los montes de nuestra península se están llenando de corzos, zorros y jabalíes. Su rastro también resulta provocador de fugas extensísimas para los perros especializados en otra clase de caza, resulta habitual en nuestras tierras la fuga de animales tras los corzos, incluso los animales en la caza del jabalí.

El problema de las fugas en los perros de caza se ha incrementado muchísimo en los últimos 20 o 25 años, porque ningún criador quiere criar perros cortos. Las competiciones de caza, con su publicidad y enorme influencia, han contribuido especialmente a que hoy se seleccionen perros que cazan más rápidos y más lejos.

Por ejemplo: la transformación sufrida por el bretón muestra el cambio en este sentido que se está produciendo en la raza. Hace unos años, en mis inicios recuerdo que el bretón se decía que era un perrito que cazaba pegadito al cazador. Se decía que era un perro dejubilados. Hoy los bretones ocupan los primeros lugares en las pruebas de trabajo.

Estos perros portadores de esta dinamita en la sangre pueden superarnos y llevarnos a la desesperación.

No puede con él. Todo son gritos llamándole. El perro se va, viene, no respeta el trabajo de otros perros, levanta la caza lejos, donde es imposible tirarle. Algunos amigos ya no quieren ir con nosotros. ¡un desastre!

El problema también afecta a los perros de compañía. Se da preferentemente en razas medianas y grandes.

Hace unos años, cuando las razas nórdicas disfrutaban de su pleno apogeo, las consultas se sucedían continuamente.

Por supuesto que el perro doméstico se fuga por los mismos motivos que un perro que está cazando, pero aquí se evidencia algo más: un ansia de libertad. Muchos perros, como muchas personas, muestran una necesidad periódica de airearse.

Hay perros que no se van nunca, pero hay otros que necesitan hacer un excursión de vez en cuando. Es como si tuviesen un reloj interior que les llama a la fuga, como llama el estómago a la comida.

Es una conducta compleja, de evidente raíz genética que se desarrolla precipitadamente cuando el perro tiene ocasión de practicarla. Se crea adicción a la fuga muy rápidamente.

El perro que se ha ido, ha cometido una falta grave, pero cuando vuelve, no puede ser castigada, porque es peor.

Realmente, el castigo complicará en el futuro el retorno, y si no se castiga, se está tolerando la conducta y agravando el problema.

Consecuencias

El perro de caza que se fuga corre peligro de extraviarse y de ser robado. Y también puede provocar accidentes de tráfico.

El problema de las fugas en los perros de caza se ha incrementado muchísimo en los últimos 20 o 25 años, porque ningún criador quiere criar perros cortos

Pero la peor consecuencia es la decepción del propietario. Normalmente se le concede un margen de tiempo para que cambie. Durante ese tiempo, se suelen poner en práctica recursos que hemos escuchado… (Algunas que me han comentado es una perdigonada para que el animal aprenda o meter en un saco al perro, si es de pluma con una liebre o conejo, y pinchar con alfileres, para que se aborrezca)
Sólo algunos cazadores acuden a adiestradores profesionales.

Si no se soluciona este trastorno, el perro suele ser abandonado o sacrificado.

En los últimos años los cazadores han conocido las maravillas del Radio Collar Educativo y acuden a él masivamente.

Yo me he preocupado de aleccionar al cazador que ha querido para que utilice este u otros métodos adecuadamente. Ésa ha sido la clave del éxito. Se ha desarrollado una tarea formativa individual ingente.

Si viesemos un perro fuguista seguramente nos quedará un regusto amargo.

De un lado, cuando le veamos disfrutar a pierna suelta de las cosas sencillas de la calle, le comprenderemos. Cuando veamos el jugo que le saca a su libertad, probablemente hasta sentiremos envidia. De otro, nos percataremos de los peligros que padece y provoca. Nos hará sentir escalofríos.

Nunca olvidemos que durante las fugas un perro puede aprender y practicar conductas indeseables. Muchas conductas de agresividad y depredación, como atacar a las ovejas, matándolas con los dientes u obligándolas a que se despeñen, tienen su origen en un problema de fugas que queda eclipsado por la importancia de las consecuencias.

A veces serán tonterías como aprender a degustar las excelencias gastronómicas de las bolsas de basura, o los excrementos de otros perros.

Otras veces el aprendizaje puede ser más pernicioso porque se relaciona con la conducta agresiva. Puede aprender a adoptar actitudes amenazadoras o plenamente agresivas ante la competencia sexual.

En las fugas un perro puede aprender a agredir y llegar incluso a desarrollar una motivación hostil con la que el propietario no cuenta hasta que se ve sorprendido por ella.

La intervención

Las fugas deben cortarse inmediatamente y definitivamente. Debemos mentalizarnos de esto. La próxima fuga puede ser la última.

Los propietarios de los perros fuguistas son buenos clientes de las compañías de seguros. Pero ésa no es ninguna solución. La cuestión no es quién pagará las consecuencias, sino quién se responsabiliza de evitarlas.

Cada fuga estimula a la siguiente. La continencia al principio exaspera el deseo de fugarse, pero a la larga lo va apagando, aunque en muchos perros no llega a extinguirse del todo jamás.

La psicología de los premios y castigos no sirve de nada.

Muchos perros regresan de sus fugas profundamente arrepentidos. Algunosculebreando, incluso hemos conocido a un par de ellos que sonreían.

Si están arrepentidos, ¿qué sentido tiene el castigo? Además da igual, cuando sienta de nuevo la llamada de la libertad, lo dejará todo y se irá.

Hay que dejar de castigar y de hacer tonterías con las fugas. La solución no consiste en luchar contra la fuga. Hay que olvidarse de las fugas. La solución consiste en mostrarle al perro una manera nueva y correcta de comportarse ante la tentación y en habituarle a ella cuanto antes.

Los propietarios de los perros fuguistas son buenos clientes de las compañías de seguros

Para ello, solamente cabe una intervención que comienza por cortar inmediata y definitivamente las fugas.

Las fugas se cortan con una llamada firme.

Una llamada firme significa que el perro da media vuelta e inicia el regreso,

— inmediatamente de haber percibido la llamada una sola vez,
— siempre, en cualquier situación, aunque esté a punto de montarse una hembra en celo,
— a cualquier distancia.

Todo lo demás no son llamadas firmes. Son llamadas engañosas porque fallan cuando más falta hacen y resultan peligrosísimas, porque confieren al propietario una confianza que puede resultar muy cara.

La llamada firme a un fuguista

La llamada firme se obtiene en algunos casos mediante los oportunos ejercicios de adiestramiento básico.

El Radio Collar Educativo aplicado como castigo, en el sentido vulgar del término, sólo sirve para dar rienda suelta a nuestra agresividad. Es cruel.


De cazador a ecologista

De cazador a ecologista

Israel Hernández Tabernero

Soy un falso, un ‘bienqueda’, un sádico enmascarado, un mal tipo, un insensible, un mentecato, un maestro del eufemismo, alguien a quien no puedes dar la espalda…

Puede que seas de los que dicen que te encantan el campo y los animales, que amas a la madre tierra y a todos los seres que la habitan sin excepción. Te gusta visitarlo, a ser posible con tu perro adoptado, y pasar un fin de semana con tu familia o amigos en una casa rural es tu plan perfecto. Disfrutas viendo el majestuoso vuelo del buitre o el leve aleteo del carbonero, y sueñas con juntar el dinero suficiente para comprarte ese flamante telescopio austriaco que te permitirá verle hasta el alma. En casa reciclas todo, vas a trabajar en transporte público y cada vez que puedes colaboras con una oenegé. Sí, decididamente estás comprometido. Eso es amar la naturaleza y lo demás son cuentos.

Por eso no entiendes que yo diga una estupidez tan grande. Yo no puedo amar a los animales si luego los mato. No, amar la naturaleza no es eso. Mi escopeta es tétrica, artificial, chirría en medio del campo… jamás encajaría en un óleo de Monet. A pesar de ello proclamo mi amor por la misma amante que amas tú. Y eso es imposible. Soy un falso, un ‘bienqueda’, un sádico enmascarado, un mal tipo, un insensible, un mentecato, un maestro del eufemismo, alguien a quien no puedes dar la espalda… Pero déjame que te diga una cosa, me gustaría que, sólo por una vez, te asomases a la naturaleza que yo conozco. Y te fundieses con ella.

Rompe esa vitrina con la que te has autolimitado, sal de esa maldita ruta de senderismo y pisa la hierba mullida, siéntete dueño de tu camino y dirige tus pasos a cualquier lado sin importarte el destino ni el resultado. Ése es el sendero que seguimos por unas horas los que dejamos de soñar con ser libres para empezar serlo. Siente el viento en tu cara, mánchate de barro al saltar el charco, cálate hasta los huesos y tirita, de frío o de nervios, cuando te sientas solo en mitad de la nada y comprendas que tu vida depende exclusivamente de ti, que allí no hay óleos de Monet, ni policía, ni cobertura, y que maldita la falta que te hacen. Siéntete libre. Pínchate con la zarza al intentar romper el monte. Y sangra. Acaricia a tu perro y busca su fugitiva mirada mientras esperas a que, lentamente, se desperece el día. Desafía a esa gigante todopoderosa que es la naturaleza y asume sus reglas. Vívela.

Mira cómo aguarda la zorra, siniestra e inmóvil, a que salga el ratón y cómo rasga el peregrino ese bando de torcaces que vuela hacia los Pirineos persiguiendo la vida. Encuentra la cama del lobo, aún caliente, y pon cara de asco al descubrir su pestazo. Míralo a los ojos, si eres capaz de acercarte a él, y dime si es verdad eso de que al hacerlo tu sangre se congela durante cinco segundos. Observa cómo busca la yugular cuando intenta matar a ese jabalí y siente la huida de ese gamo que es capaz de saltar por encima de ti mientras escapa de su perseguidor, pasando tu corazón de revoluciones.

Observa ese escenario, y créetelo, porque es lo más real que vas a ver en tu puta vida. Ahí están escritas todas las leyes de la existencia. Llevan estándolo millones de años, aunque tú ya no lo recuerdes. Una de ellas, la más lapidaria, la más presente, es la de la vida y la muerte, la de comer o ser comido, la de cazar o que te cacen. Si tienes sangre en las venas, tu corazón se acelerará al ser testigo directo de tan maravilloso espectáculo. Y tal vez comprendas que la única diferencia que hay entre tú y yo es que yo no me conformo con ser un mero espectador de esa gloriosa maravilla que es la naturaleza. Que yo quiero volver a ser lo que siempre fui y que disfruto viviendo la vida de la manera más desnuda posible, olvidando todo lo aprendido, participando en ese juego de vencedores y vencidos.

Tal vez así entiendas por qué soy capaz de casi cualquier cosa tal de reingresar en la naturaleza como un animal más. Como el animal que tú también fuiste antes de artificializarlo todo con tus teorías humanistas, antes de distorsionar la realidad para no sentir el tacto pegajoso de la sangre o el estertor de esa muerte que un día —ojalá dentro de mucho tiempo— te llegará. Ese día, después de ver la vida a través de mis ojos, tal vez pienses que a lo mejor no es falso del todo eso de que yo amo la naturaleza. Mi amor tal vez no sea tan idílico, ni tan casto, ni tan puritano como a ti te hubiese gustado. Pero es un amor real, lejos de ser perfecto, como el que un hijo siente por su madre. Un amor que por mucho que lo intentes, nunca me podrás arrebatar.


Editorial publicado en el número 122 de la revista Jara y Sedal

martes, 10 de enero de 2012

Mi Primera Becada

Aquí os pongo la foto de mi primera becada, cazada en el Valle de Alcudia ( C.Real), con mi primo Antonio Aranda.

La verdad que en esta zona no se suelen ver becada, menos mal que el perro la detecto. Muy buen día de caza.